Hoy me he tenido que reír, aún sin quererlo, con Papuchi.
Se ha dormido en el sillón y cuando se despierta, señalando al balcón me dice:
- Mira, el paracaídas que compré!!
- Ja, ja, ja... Cuándo has comprado tú un paracaídas, Papuchi??
- Sí, cuando erais pequeños, compré uno.
Y no, lo que compró fue una tienda de campaña. Eramos cuatro, pero en la tienda cabían por lo menos veinte. La colocaron en un parterre que había en medio del patio y allí nos metíamos con linternas y cerillas. Yo me llevaba mis cacerolitas, mis platos y tacitas para preparar comiditas y tomar el té.
El cacharreo que montaba, molestaba mucho a mis hermanos porque, según argumentaban, alertaba a los enemigos. Unas veces eran los indios Apaches los que nos acechaban y en otras ocasiones nos atacaban los alemanes... fuese quien fuese el enemigo, yo siempre era la primera en morir. A los cinco minutos de empezar el juego, me decían "hala niña, lárgate que te han matao".
Las primeras veces montaba una pataleta y lloraba... lo único que conseguía era ganarme una colleja y que me largaran con viento fresco. Con el tiempo aprendí a tragarme las lágrimas y a putearlos, llevándome mi "ajuar" de tacitas, ya que éstas las utilizaban para beber el agua que llevaban en una cantimplora. ¡¡Que se fastidiaran que les tocaba beber a morro!! jajaja.
(Sugar Free❤)
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